El formato de trío y el sonido rockero es el marco de las nuevas canciones de Andrea Alvarez, la pionera de las bateristas argentinas, que acaba de sacar su primer disco en nueve años y vuelve con todo: en octubre presentará su álbum y tocará como telonera de Living Colour.
El álbum se llama La cadena del mal, y condensa todo su talento como cantante y baterista en 40 minutos, con once temas furiosos, capaces de pasar de la crítica social a los dolores personales. La acompañan el guitarrista Tomás Brugues y el bajista estadounidense Lonnie Hillyer, que también es su pareja.
Andrea tocará en vivo su material nuevo el viernes 4 de octubre en The Roxy Live, y el jueves 17 será la invitada de Living Colour en El Teatro Flores.
Una declaración de principios
El primer tema de La cadena del mal se llama Sos la muerte del rock, cuya letra dice: "Tapizaste los sillones con la piel de mis amigos y declaraste la guerra a todo el que esté vivo, ¡soltá, que ya no queda nada! Sos la muerte del rock". Y la música comienza con golpes de batería y platillos que inmediato remiten a Led Zeppelin.
"Lo hice a propósito," cuenta en un café cerca de su casa durante la charla con Clarín. "Estoy hablando de las cosas que me molestan y el álbum se trata de eso, como casi todos los discos, de lo que me molestaba en su momento y cuestionar las cosas que no me gustan. Es la inspiración que tengo para componer".
Y agrega: "El disco habla de los abusos desde el poder y de la muerte del mundo que nos formó, que ya no existe más, y mi dificultad para aceptarlo. La muerte de amigos, de referentes, de estilos de hacer las cosas. Traté de sacarme el dolor y la rabia que me da esta época en la que vivimos porque me gusta estar feliz y no acepto la carga de la queja. El rock me ayuda para sacarme de encima el enojo y volverlo algo que valga la pena".
El resultado es un desfile de rock duro, furioso y lleno de energía, pero sin descuidar las melodías ni mucho menos las letras. Incluso hay una pausa con el toque acústico del tema Dos minutos, donde comienza diciéndose: "Andrea ya sos grande, ¿no ves? Vivir es más fácil, lo sabés. Eran dos minutos y aguantar".
Al respecto, dice: "Para mí los temas lentos son necesarios en un disco y en un show en vivo, porque te ayudan a bajar la tensión. Ese tema habla es de los dos minutos de diferencia entre elegir un camino u otro en la vida".
-Vos elegiste ser una artista independiente.
-Sí. Soy independiente y autogestionada porque nadie me ofreció algo interesante. (risas) Muchas veces gente que trabaja en esto prefiere quedar mejor con la compañía de producción, pero yo prefiero hacerlo sola, quizás porque empecé de grande a ser solista. Entonces hay cosas que no me banco, que tampoco son cosas exóticas.
No es que no toco si no me traen un whisky importado. No me banco si un tipo me dice que tengo que tocar con la batería atrás de todo, cuando de hecho estoy pagando ese armado. ¡Y la supuesta manager me dice toca atrás y listo! Realmente admiro cuando veo artistas que sin cortar muchos tickets tienen alguien que los defienda.
-Es muy difícil conseguir un manager.
-No lo sé, porque no lo conseguí. Lo que siempre consigo es gente que se intermedia, que me ayuda a organizar cosas y que pone la cara o no.
Una pionera
Andrea Alvarez, María Sánchez, Liliana Vitale y muy pocas más fueron las primeras bateristas de rock en Argentina. En el caso de Andrea, tocó a comienzos de los años '80 en el grupo femenino Rouge, un antecedente de Viuda e Hijas de Roque Enroll, ya que también estaban María Gabriela Epumer y Claudia Sinesi.
En la segunda mitad de la década del '80 decidió ir a vivir a Estados Unidos, donde estuvo tres años. "Casi ni toqué -cuenta- porque me fui de vacaciones y me quedé a vivir la experiencia. Me puse a estudiar y a tomar clases, hasta que Charly García me convenció de volver para tocar la percusión en su banda".
-Quería que fueras su Sheila E, la percusionista de Prince.
-¡Todos querían eso, pero yo no me daba cuenta! Quería tocar la batería y él me decía que Argentina no estaba lista para eso. De hecho me costó un montón y me rompí el lomo para demostrar que podía ser baterista. Recién me relajé cuando me llamó Divididos para reemplazar a Federico Gil Solá durante un mes. ¡Estuvo buenísimo y para mí fue como una demostración de poder hacerlo!
-Después tuviste tu vida de estrella junto a Soda Stereo.
-Entré en la época de Languis y grabé en Canción animal. Sin embargo me acuerdo cuando terminé de tocar con Soda Stereo en Vélez y podía salir a la calle sin que nadie me reconociera. Eso sí: una vez que toqué hice un playback tocando la batería con Lerner en el programa Hacelo por mí y al otro día me reconocieron en el colectivo y ahí dije: "No hago más playback".